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Relato Travesti En Valencia recién cumplidos los 18 años, decidí ir a un cine porno.


RELATO TRAVESTI: En Valencia recién cumplidos los 18 años, decidí ir a un cine porno.

Autor: Angel Valencia

Os agradecería publicarais mi relato. Gracias y enhorabuena.

Mi nombre real es Ángel, tengo en la actualidad 36 años y os contaré algo que supongo que ha marcado mi sexualidad desde que me sucedió. Diré que soy de Valencia (España) y me pasó esto cuando, recién descubierta la masturbación a los 18 años (como veis muy tardío) decidí abandonarme una tarde al placer. Ese día me desperté muy mojado, gracias a que había tenido un sueño muy húmedo, en el que tocaba y disfrutaba con una mujer por debajo de su falda escocesa (como de colegiala). Nunca antes de este sueño, había estado con una mujer pero lo deseaba con muchísimas ganas y cada vez que pensaba en algo así mi picha se me ponía muy tiesa.

Me desperté, como digo, con el pantalón del pijama empapado de algo muy muy espeso (yo no sabía lo que era correrse y hasta quedé extrañado por aquello). Cuando me bajé el pantalón me vi la punta de mi picha muy untada de crema muy blanca y toda mi picha y mis huevos untados al máximo también. Me noté muy excitado de nuevo y vi como mi picha empezaba a moverse sola dando sacudiditas de placer, al tiempo que notaba cierto picor que me daba máximo placer en mi puntita. Decidí quitarme el pantalón y como recuerdo que era el mes de junio y hacía calor, me senté en el suelo de mi dormitorio, después de cerrar bien la puerta, y me empecé a tocar mucho y muy lentamente, experimentando un placer que hacía que creyera que me iba a morir del gusto. Era mi primera experiencia masturbándome. Cuando estuve a punto de correrme (apenas sin tocármela), sentí que mi pichita se derretía, saliendo a borbotones y sin parar otra vez un auténtico rio de leche que me cubrió casi totalmente mi sexo y huevos, llegando hasta el suelo y mojándome hasta el culo(¡que gusto cuando lo recuerdo!).

Ese día no sentí ni apenas ganas de comer, sólo tenía tiempo para recordar el sueño que había tenido y mis dos descomunales corridas que ya llevaba. Ese mismo día por la tarde, dada mi calentura y aprovechando que hacía poco que había cumplido los 18 años, decidí ir a un cine porno. Debo decir que era extremadamente tímido por aquel entonces y no me había decidido todavía, a pesar de mis ganas y mi curiosidad de ver una por primera vez. Salí de casa después de ver la programación y me decidí por ir a uno de reestreno donde proyectaban tres películas porno (así disfrutaría más tiempo). Al llegar, lo que me temía. Tenía una mezcla entre máxima excitación por entrar y mucho corte y vergüenza. Hice tiempo paseando por la acera, mientras veía que tipo de personas entraban en él. Casi todo chicos y hombres de mediana edad. Cuando vi que una pareja joven sacaba las entradas, me decidí sin pensarlo dos veces, pues no estaba decidido a dejarme vencer esta vez por mi timidez.

Una vez dentro, todo fue para mí más fácil, pues estaba completamente oscuro y sin acomodador. Podía sentarme donde quisiera. Estaba bastante vacío el cine, pues era primera hora de la tarde y hacía mucho calor. Me senté al lado justo de un pasillo lateral. Estaba sólo en esa fila de butacas, pero al otro lado del otro pasillo, estaba la parejita que he comentado, de forma que si se tocaban y metían mano, podría verlos aunque desde algo lejos. Al cabo de una media hora de película, yo ya estaba que no podía más de la excitación. Ya me hubiera masturbado, a los cinco minutos de entrar. Tanto sexo y tan caliente, hacía hasta que me sintiera un poco aturdido y hasta noté como si tuviese fiebre. Notaba mi rostro como ruborizado y estaba muy sudoroso, un poco de confuso.

En ese momento noté la presencia de alguien. Una persona se paró a mi lado en el pasillo y como dudando un sólo instante, me pidió por favor que le dejara pasar. Yo, sin darle mayor importancia, le dejé pasar amablemente, pues estaba toda la fila de butacas vacía y era posible que quisiera sentarse en alguna de ellas. Lo que ocurrió es que se sentó justo al lado mío. Me incomodó mucho que se me sentara al lado, con los sitos que había vacíos, pues ya no podría acariciarme y tocarme mi sexo a placer y con libertad. Le miré discretamente y de reojo para ver quién y cómo era. Tendría unos 45 años más o menos, pero cuando miré él me estaba mirando como muy descaradamente. Sentí entonces como miedo y me quede como paralizado y sin posibilidad de reaccionar. Me sentí como invadido en mi butaca por aquel extraño, ya que se puso muy cómodo y hasta se apoderó de mi reposabrazos de la butaca. Me sentía muy raro y con una sensación de estar bajo sus dominios. Enseguida sentí su mano en mi rodilla. La sentí un poco dudosa y temblorosa y notaba su respiración como intensa y acelerada. Yo lo miré de reojo otra vez, y él no me miraba, pero subía lentamente por mi pierna su mano, tomando como más confianza. Me acariciaba la parte interior de mi pierna, sin duda sabía lo que quería conseguir, porque a mí me empezaba a invadir una extraña sensación, medio de temor y medio de gusto, lo confieso.

Yo, que estaba sin quitar la vista de la pantalla y con las piernas muy ligeramente abiertas, sin saber todavía cómo, sentí deseos de dejarme hacer por aquel tipo y las abrí más, poniéndome en la butaca algo más recostado. El hombre subió con total confianza ya su mano hasta casi la bragueta del pantalón, a la altura de la ingle, y como sería el tremendo gustazo que noté que me cerré del todo las piernas, para sentir su fuerte y gustosa mano en mi sexo. Entregado totalmente a aquel guarro y como queriéndome regalar a él, me bajé la cremallera del pantalón y le invité a meter su mano, lo que hizo lógicamente sin dudar. Yo estaba a mil y disfrutando de su experiencia y el muy guarro estoy seguro que encantado de estar gozándose a un chaval de 18 años recién cumpliditos y que ni siquiera aparentaba, pues aparentaba algo más joven. El con máxima habilidad me sacó mi pilila fuera y hasta los dos huevecitos y yo, sin ninguna vergüenza ya, le dije bajito que quería vérsela mientras le acaricié un poco por encima del pantalón. Mientras se la sacaba, y tan solo como por un segundo, no pude explicarme como podía estar haciendo eso pues hasta entonces siempre había pensado que me daban asco para el sexo. Cuando la ví, no podía creérmelo. Super enorme y con el capullo totalmente al aire. Toda a mi disposición, y algo mojada en la punta. Le dije, aún lo recuerdo ¡es preciosa!.

Yo la tenía pequeña, empezaba estar muy derretida de lechita y con el pellejito en la punta, pues no tenía, ni aún hoy, hecha la fimosis. Cogiéndole su enorme rabo, le pregunté si me dejaba masturbarle, y cogiéndome él mi mano con la suya, me invitó a que se la masturbara indicándome el ritmo que más le apetecía. Mientras, mi pilila se derretía lentamente y poco a poco en su otra mano. Sentíamos cien por cien placer los dos, y nos mirábamos ya como agradeciéndonos mutuamente aquello de la manera más abierta.

Me avisó cuando se iba correr y le dije, ¡disfruta y tírame mucha crema!. Se la recogí toda en mi mano y bien cremosa, hasta la probé un poquito. Le dije:¿me la terminas de hacer tú?, y solamente mirándome y sin decir nada, agitaba su mano ya de forma decidida a quedarse con mi leche en su mano. Se untó de me leche su poya enorme todavía, se abrocho el pantalón, al igual que empezaba a hacer yo, y despidiéndose con solo una mirada, se levantó y se fue. Nunca más volvimos a vernos, pero lo recordaré siempre.

Si os ha gustado mi relato de experiencia personal vivida os invito a que me escribáis. Os puedo mandar foto mía y así, me animareis a seguir contando más cosas. ¿Vale?. Ciao.
Mi mail:**ia**@teleline.es


Agradecemos la colaboración de Ángel de Valencia.



Added on January 19, 2017 at 12:00 am

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